Para ilustrarlo mejor recurro a un microrrelato que escribí hace tiempo:
SENSACIONES
Desde hace unas semanas me obsesiona la idea de
tener una alumna… No me entiendan mal, no me refiero a ser profesor en algún
instituto, nada más lejos, sino a la relación existente entre dos personas
adultas en la que, dentro de un contexto Bdsm, se crea un vínculo
Maestro/Alumna entendido en el más amplio sentido de la palabra.
Considero dicha relación como algo sumamente
gratificante para ambos, algo extraordinariamente placentero, tanto a nivel físico
como mental. Porque no será sólo la Alumna la que se enriquezca sino también el
Maestro, produciéndose en definitiva una retroalimentación.
Descubrir sensaciones, instruir sobre la magia en lo
cotidiano, hacer que las esencias accidentales con las que nos topamos en
nuestros paseos tomen cuerpo…
Pero si hablamos de cuerpos y esencias, cómo no
pensar en la Alumna tumbada completamente desnuda en una mesa a modo de
exquisitez culinaria, de delicatessen… Y no me refiero a una fantasía caníbal,
eso se lo dejo a personajes como el sibarita Hannibal Lecter o asesinos en
serie como Jeffrey Dahmer o Albert Fish, aunque en esos casos la fantasía fuera
llevada a cabo.
No, nada de canibalismo, sólo saborear cada parte
del cuerpo de la Alumna: los pezones, los muslos, el sexo… Recorrer con
nuestros labios y lengua cada centímetro de su piel…
Pero aún diré más y es que tan maravilloso ritual
puede afrontarse de dos maneras: deleitándonos con la propia esencia de la
Alumna, tras darse un baño con algún gel inodoro, o añadiendo la magia de los
perfumes…
Ah… No sé a ustedes pero a mí me está entrando
hambre…